martes, 15 de diciembre de 2009

Principio
Un rejunte, un potpurrí
El resto y yo
Acentos, proverbios,una música de fondo
La primera consigna,la manera de presentarse era crucial. Envidiosos los oídos que querían igualar semejantes fluidez, tremenda gracia y coherencia e incoherencia a la vez. Sabores, olores y demás tan cerca, casi perceptibles que llegaban de la mano de una palabra, una frase, un poema. La admiración ante valentías nunca antes vistas. La risa incontrolable ante la facilidad y la simpleza con un tinte de gracia. La angustia compartida, las tardes que no tenían porqué tener fin (algo de unas esculturitas, vaya uno a saber).
Acentos, proverbios y una música de fondo
Nosotros y yo
Un grupo, un potpurrí
Fin
Eso es lo que escribí para la última consigna y no pude ir, perdón que me ausenté tanto!
Mañana todavía no sé si puedo ir a nuestra presentación pero casi seguro que sí.
Espero les guste, muchos besos!
mica

sábado, 12 de diciembre de 2009

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cables Cruzados

Lana

Los calcetines van a sus respectivos cajones. Los pantalones se ponen de pie. Al frente, un pulóver dorado de mangas blancas dirige el mitin. Detrás, firmes y ordenados cromáticamente, otros buzos de menor jerarquía dan un paso al frente para marcar el inicio de la procesión.
-Tejidos del mundo, estamos congregados para declarar la sentencia del homo sapiens sapiens registrado como "Desconocido #641".

Los hilos se refriegan unos contra otros, el bullicio va en aumento y el pánico provocado con la tan sola mención del culpable empeora cuando las remeras entran, tarde como siempre, a la sala y se acomodan en sus perchas al costado del salón.
-Orden, orden en la sala. Este desconocido no solo mantiene tejidos en su haber sin etiquetarlos, sino que les ha dado un maltrato nunca antes visto. Pero mejor escuchemos el testimonio del Sir Arthur James Lacoste, un fino azul importado de Londres.
Ayudado por sus muletas, Arthur sube al estrado.
-"Lo que he vivido no se lo deseo a nadie. Ni siquiera a este rufián que se hace llamar dueño. En un día de por sí húmedo, algo que no ayudaba a mis envejecidas articulaciones, no solo tuve que sobrellevar la horrible rutina de estar pegado en un almacén de polillas con unos vulgares Nikes y algún que otro Vans..."

Varios buzos enloquecen e intentan agredir a la víctima, pero son frenados por camperas de cuero y cinturones que los echan de la sala, previo rociamiento de polillas lacrimógenas.

"...como venía diciendo, fui elegido. Me sentí en la gloria, uno siempre tiene esa sensación de que nunca va a volver a sentir la brisa. Pero que desgracia. Este orangután empezó a golpearme desde adentro, desde mis propias vísceras, me estiró las mangas, me arruinó mis costuras, me arañó mi cuello... ¿De verdad hace falta que siga?
-Necesitamos el testimonio completo, Sir.
"Como si esto fuese poco, el simio tropieza y cae por una ventana. Sé que es gracioso, pero no se rían, esperen que termine. Esta bestia no tiene mejor idea que usarme como paracaídas, idea digna de un mono por lo tonta, pero milagrosamente efectiva gracias a una indecorosa rama. Oh, el dolor que sentí, mis incorregibles quebraduras, mis pérdidas de tejido inútilmente compensadas por este ovillo que arrastro, son cosas que no tienen perdón..."
Los abucheos hacia el hombrecito envuelto en lanas resuenan, el juez pone orden y prosigue:
-Escuchemos la opinión del jurado.
Los doce sombreros de copa dan dos giros sobre sí mismos para declarar la unánime sentencia: Desconocido #641 nunca más volverá a usar ropa en su vida.
-¿Quiere defenderse, Desconocido? (le quitan las lanas de la cara).
-cof, cof...uf, señor juez, de verdad deberían mirar bien a Sir Arthur…tengo motivos para mi actuar...no vayan a creer que lo dañé para salvar mi vida.
-Peritos, verifiquen.
Unos guantes, malhumorados, despiertan y examinan a Arthur, que gime de dolor mientras lo doblan y retuercen. Alarmados, exclaman:
-¡Por las barbas de Ricky Sarkani! ¡Es un discontinuo!
-¡Vergonzoso!
-¡Desproporcionado!
-¡Horripilante!
-¡Vil!
-¡Ruin!
-¡Vulgar!
-¡Rastrero!
-¡Fermentado!
-¡Sucio!
-¡Apoliyado!
-¡Podrido!
-¡Zángano!
-¡Oloroso!
-¡Cuajo!
-¡Vencido!
-¡Inferior!
-¡Discontinuo!
-¿Y usted se hace llamar Sir?-exclama el juez- Debería darle vergüenza. Los cargos se levantan. Caso cerrado.

Los Nike y Vans irrumpen en la sala, usando a los cinturones como armas, mientras las camperas no hacen nada para frenar el cruel deshilachamiento del Sr. Arturo Jaime.

Lafran

Fórmula

En las profundidades de la cordillera andina, resuenan los quejidos de Tamym. Otro experimento, otro fracaso:
Un barco me lleva
infelices sin remedio
un reloj que no suena.
-No hay caso. Esto no funciona. No tiene alma.
-Bueno chileno, no quedó tan mal ché-acota Augusto, el cordobés- Con unos Fernet encima se deja leer.
-Pues yo ahí veo la queja contra el sistema de salud en la América precolombina-añade, con su colombiana ironía, Felipe.

Lo cierto es que su Laboratorio de Escritura no daba pie con bola. Y encima, se estaban quedando sin yerba. Pero confiaban en su proyecto, la Gran Obra, y debían entregar algo a la Real Academia Española antes de tres días. Y ya saben lo que pasa cuando la RAE se enoja, adiós laboratorio, adiós licencia de científico artista, adiós sueño.

-Ya les digo, que lo que debemos meter en el procesador son novelas. Pero nada de García Márquez ni esas mariconadas, lo que necesitamos son 200 gramos de Shakespeare, 100 de Dostoievski y medio kilo de Borges.
-No Felipe, vos sos un zarpado ché, la última vez que pusiste a Borges la máquina se trabó por 5 días y por poco tuvimos que ponernos a leer por nuestra cuenta.
-Lo que pasa es que tu eres un vago, seguro que ahora me dices que los cuentos van a resultar mejor.
-Y si, el otro día con Capote y Conan Doyle salió un policial pasable.
-¿Ese en el que el investigador era el ladrón y víctima, durante ataques de sonambulismo? Era un insulto a la literatura-interrumpe ofuscado Tamym, mientras juega con una ratita blanca.
-Bueno, tenés razón, pero creo que con 10 gramos más de…
-No vayas a decir Cortázar, marica –interrumpe Felipe con amor.
-Así yo no puedo loco, me voy a tirar una siestita.
-A ver, Felipe, ahora que Augusto se fue, escucha mi idea. Sabes que no podemos usar sólo poemas, se manejan en picogramos y no hay técnica posible que permita mezclarlos como se debería…y siempre que pusimos concentraciones mas elevadas salieron horripilancias.
-Oye no me expliques que ya lo sé.
-Pensaba en voz alta nomás. En fin, ¿Qué te parece si metemos un poco de todo?
-Que más da, a ver, te alcanzo unos ejemplares.
Tamym por un lado pica y muele a Rimbaud, Neruda y Storni. Felipe trata con bicarbonato de sodio, mercaptoetilamina y calor a Bioy Casares, Herman Hesse y Salinger. Augusto duerme.

Las dos mezclas se fusionan en el tubo central, que lleva a la procesadora, la cual gime chorreando aceite, y empieza a emitir humo violeta, verde y rojo (indicativo de traducciones desde el francés, alemán y el inglés). Tras esperar un tiempo prudente, se fijan en la sala de recomposición de texto. De momento, solo pasta de papel es el resultado. Entonces los ruidos se detienen, la máquina se atasca, y como un pedito sale un pequeño poema en una tirita de papel:
Sor
Ete
El colombiano agarra un bate de béisbol que quien sabe que hacía ahí:
-Ya te voy a dar aparatejo…
-¡Para! ¡Esto vale más que vos y yo! ¡Pégame a mí, pégame a mí!
-Como quieras.
Y zas, un batazo a la testa y Tamym acompaña a Augusto al país de los sueños.

Al siguiente día, el chileno despierta. Augusto está en eso. Y Felipe se aparece en el hall de entrada con veinte vagabundos:
-¿ehh que hacés huevón? ¡Nadie debe ver el laboratorio!
-Es lo último que nos queda, confía en mí.
-Pero, pero, ¿tienen publicaciones, ensayos, algo? Bañalos al menos, dan asco.
-No, nada, hasta ahora. Cada uno escribirá lo suyo, y lo que quede será nuestra Gran Obra.
-Estás loco, loco de remate. Pero me agrada ¿Qué opina Augusto?
- Por raro que sea el me dio la idea, aunque capaz estaba hablando dormido, pero que más dá.

Así que durante el siguiente día los pordioseros, además de chuparse todo el Branca, consiguieron ensamblar una obra tan solo a partir de suficientes letras desordenadas y veinte ópticas de la vida, más la ayuda de estos tres pirados que pican libros y los meten por tubos. Ese día, la escritura por primera vez fue Creativa en el laboratorio. El resultado no es algo que me corresponda juzgar, un libro sin autor descoloca hasta al más omnisciente de los narradores.

La Gran Obra fue enviada a La Real Academia Española, que los mandó a cagar por culo. Una mina de carbón reemplazaría al laboratorio, los explosivos ya están colocados, y paf se acabó.

Lafran

lunes, 30 de noviembre de 2009

Ella tiene la culpa

Obladí, obladá
… paf se acabó.
Rayuela, capítulo 56 – Julio Cortázar

Y en la caída libre, el pulóver azul, aún prendido de sus muñecas, es embolsado y se comporta, entonces, como paracaídas. Bamboleándose en el aire y a metros de pisar tierra, la ve entrando al edificio.

––¡Eh, Molly!

Ella, sorpresiva, lo ve aterrizar a sus pies, sano y salvo. Se deja llevar por el malhumor.

––Ah, qué bonito. Yo esperándote como una marmota y vos jugando a volar.
––No, soy Lucho en el cielo con diamantes[1], para servirle ––intenta él, por medio del humor salvador.
––Te voy a dar ––afloja y lo desafía burlona––. Más que Lucho en el cielo, sos Lucho boludo, tanto que, si inventan una máquina de escupir boludos, te quedás trabado.
––No, no. Con diamantes, te dije ––. Luis logra desprenderse del pulóver (por fin) y lo apoya en la vereda. Encima de él, se arrodilla sobre una pierna (cual “Matador” Salas), y con una mano, que es la derecha, busca en los bolsillos del pantalón. Lo encuentra. Entonces cambia de pierna arrodillada, que era la derecha y ahora es la izquierda, “¿y la mano?”, se pregunta: la mano sigue siendo la derecha. La introduce en el bolsillo trasero derecho (el bolsillo, no el trasero, que es del pantalón, el bolsillo, no el trasero, aunque también). Consigue la cajita y toma la mano de Molly; su mano libre no logra abrir la cajita (¿por qué tanta resistencia?, ¿protección?), por lo que suelta la mano de Molly y se ayuda con la izquierda (es decir, la mano), para abrir la cajita. Revela el anillo y el diamante. Vuelve a tomar la mano de Molly.

––Molly, mi amor… ––y clava sus ojos en ella––. Querés… (traga saliva, tiembla, el corazón le sale por la boca y) ¿Querés casarte conmigo? (piensa en el Chavo del 8, “di que sí, di que sí, di que sí, ¿síiiiiiiiiiiii?”)

A ella se le llena el pecho de… De eso que llega hasta sus ojos. No puede contener las lágrimas (alegría, supongo).

––Sí, ¡sí! Más vale que sí ––lo levanta y se besan, tanto que da envidia.

Y colorín colorado, Luis volvió a subir los doce pisos, acompañado.

Juani (23/11/2009)

[1] Oíd, mortales: “Lucho en el suelo con diamantes” – en Un giro extraño, La Chicana.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Va flotando en el aire que se convierte en viento. Todo es un instante de vertiginosa humedad azul que lo lleva hacia abajo, que lo sostiene antes de llegar. Imagina las caras de aquellos que lo ven descender. Imagina también las de quienes recién lo verán cuando su viaje acabe. Todos estupefactos, mirando a un pobre hombre enmarañado dentro de un pulóver, descifrando si fue descuido, negligencia o feliz suicidio.



Naty. (Moro)